sábado, 22 de agosto de 2009

¿Para qué sirve la literatura?

En 1966, la editorial Proteo publicó un libro titulado: “¿Para qué sirve la literatura?” En torno a este interrogante debaten Jorge Semprún, Jean Ricardou, Jean-Pierre Faye, Simone de Beauvoir, Yves Berger y Jean-Paul Sartre. He tomado el apartado de Simone de Beauvoir e intentado señalar qué dos posibles respuestas ensaya la autora.


Hernán Diez

El mundo, como totalidad, es entendido por Simone de Beauvoir como un espacio intersubjetivo. Ese mundo, siempre inacabado, es en el devenir de su construcción continua. Del mismo modo, el ser humano es inacabado, se construye a sí mismo en su devenir (que en este caso es el devenir de su propia muerte). Por lo tanto, la relación que el ser humano mantiene con el mundo tampoco es fija, estable, ni dada (como sucede en la naturaleza). Nuestra relación con el mundo no está comprendida por nuestra idea de mundo, nuestra “visión del mundo”, sino por nuestra situación con relación a él. Es la singularidad de esa situación la que expresa la unidad del mundo.[2]

Sobre esta base, Simone de Beuvoir plantea dos relaciones dialécticas, que son dos posibles respuestas a su pregunta (¿Para qué sirve la literatura?): la primera de estas relaciones es entre los seres humanos; la segunda, entre cada ser humano y el mundo. En el primer caso, tenemos: tesis: somos todos iguales; antítesis: somos todos diferentes; síntesis: integración de las diferencias. En la segunda relación: tesis: el mundo soy yo; antítesis: el mundo no soy yo (como sujeto); síntesis: el mundo es intersubjetivo. En ambos casos, Simone de Beauvoir ubica a la literatura como síntesis integradora, superadora. En el primer caso: “Si la literatura busca superar la separación en lo que parece más insuperable, tiene que hablar de la angustia, de la soledad, de la muerte, porque estas son precisamente las situaciones que nos encierran en forma más radical en nuestra singularidad. Tenemos necesidad de saber y de comprobar que estas experiencias son también comunes a todos los hombres.” En la segunda relación: “Cada hombre está hecho de todos los hombres, y solo se comprende a través de ellos, y solo los comprende a través de lo que ellos entregan de sí y a través de él mismo esclarecido por ellos. Y pienso que esto es lo que puede y debe dar la literatura. Debe hacernos transparentes los unos a los otros en lo que tenemos de más opacos.”

[1] Simone de Beauvoir señala, además, que la singularidad de esa situación en relación al mundo como totalidad es destotalizadora. Añade también que “expresar la unidad del mundo” no debe entenderse “como si la relación del hombre con el mundo consistiese simplemente en reflejarlo en su conciencia, en verlo desde uno u otro ángulo”. “Expresar”, entonces, como manifestar una “verdad parcial”.

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